martes, 25 de noviembre de 2014

Ana Fanelli - Amnesia

 

 

 

Vídeo desde Arteles Creative Centre (Finland)

http://vimeo.com/112528389

  Ana Fanelli  (1984) estuvo en Madrid desde 2008 a 2010 en que los vientos de la crisis la llevaron de vuelta a su Buenos Aires natal. Estudió aquí fotografía, asistió a diversos artistas - entre ellos Eugenio Recuenco- y acudió a algunos cursos de La Casa Encendida, incluído el que impartió la mejicana Ximena Cuevas titulado Anatomía del Videoarte que concluyó un día de San Antonio de 2008 y que versaba sobre ese cruce entre la performance y el vídeo donde se sitúa el primero de los vídeos que ha compartido en la plataforma vimeo, h8.
 Ver: http://vimeo.com/75271309
En él juega con el maquillaje para perder su rostro, lo cubre de pan de oro, tan Beuys, tan Yves Klein, juega a esconderse porque Ana Fanelli está la mayor parte del tiempo así, escondida tras su cámara de fotógrafa de moda.
El centro creativo de la organización sin ánimo de lucro Arteles enclavado en medio del parque de Hämeenkyrö cercano a Tampere que ha sido galardonado con el premio al paisaje europeo en 2009 le ha permitido este mes de noviembre de 2014 vaciarse de una ciudad que puede saturar tanto en lo vivencial y en lo laboral como Buenos Aires e indagar sobre las cosas enterradas que las prisas diarias no permiten contemplar. Le ha permitido reencontrarse a sí misma en soledad más allá de asideros laborales y afectivos.


El título del vídeo, Amnesia, ya nos permite suponer que estamos ante una indagación sobre la memoria y su falta. Las cintas de color sobre los árboles simbolizan las conexiones que establecemos con otras personas, el recuerdo que guardamos de ellas y cómo la falta de memoria nos priva de esas conexiones. El viaje en tren que simboliza ese perfil azulado de sombras entre los árboles nevados es el comienzo de la vida, el ingreso en ella, nuestro primer momento de amnesia pues no podemos dar cuenta de lo ocurrido los dos primeros años. 


De repente nuestra mente comienza a enfocar algo, paisajes congelados por el frío, un ambiente denso en el que flotan más que fluyen pequeños desprendimientos vegetales. La música que escucha Fanelli, Radiohead invariablemente, EriK Satie, Nick Drake y el pianista Gonzales acompañan igual que sus lecturas (In America de Susan Sontag) y películas fetiche (Ninfomanía de Lars Von Trier) estos procesos de búsqueda y de descongestión, de braincation, de-teching o digital detox que no es nunca completo.
En ese punto intermedio las cosas caen, flotan, se ordenan y se desordenan, hay recuerdos detenidos que aportan lucidez. Las marcas de rodadas en la tierra nos conducen a un nuevo desenfocado, que lo es de la lente pero de la memoria de la propia vida, que termina lenta como el paso solitario de un coche por una carretera nocturna. 


Llega entonces ese segundo momento de amnesia previo a la muerte, sin duda el más terrible por irreparable, que en Fanelli es una muerte concreta, la de su abuelo, enfermo de alzheimer. Pero que también está unido a una constatación personal, la apreciación subjetiva de una memoria escasa para ciertas cosas y de una memoria sobrante para otras que quisiera olvidar.  
Ana Fanelli construye así una historia circular, un tránsito emocional en un paisaje que dificulta el propio movimiento visual, un instante de recuerdo para salvar la desmemoria.

Amelia Meléndez


Ver:
http://www.arteles.org/creativecenter.html




jueves, 30 de octubre de 2014

El arte del muro de Berlín, 25 años después.

Kiddy Citny en el Goethe Institute. 28.10.14. 20 h








Kiddy Citny (Hamburgo, 1957) no fue el único ni el más conocido de los artistas que pintaron el extinto muro de Berlín. Por eso, en el coloquio que debía servir de pistoletazo de salida de un programa de actividades que acompañasen a la muestra Calles y Rostros de Berlín inaugurada en el Thyssen ese mismo día, se repitió también el de otro amigo, Thierry Noir. Noir, junto a otros franceses como Christophe Bouchet y Jean-Yves Dousset emprendieron esa aventura de transformar el horror en belleza, revestir la ciudad gris de alegría colorista. La peculiaridad de Kiddy Citny además de su origen alemán y su crianza en una de las ciudades más castigadas por la Segunda Guerra Mundial, Bremen, es su faceta musical. Un disco, el de Pas Attendre (1985) de su grupo de rock underground Sprung aus den Wolken acompañó a Wim Wenders en la concepción de su película Der Himmel über Berlin (El Cielo sobre Berlín, The Winds of Desire, 1987). Hay una frase que solía emplearse para describir el final del feudalismo en historia, que venía a decir que nunca es más insoportable la esclavitud que ese momento final donde el esclavo, el siervo, intuye que el fin de su condición degradante esta próximo, que ya puede intuir esa libertad que le espera. Los jóvenes alemanes, como rezaba el principal hit de esta banda, eran “tan jóvenes, que no podemos esperar”.
Así que comenzaron a asaltar los muros con pintura y con cine.
Wenders le pidió permiso a Kiddy para emplear su música y éste acabó acompañando el rodaje del cineasta.
Ese nombre artístico surje de una estancia muy joven de Kiddy en Nueva York, esa ciudad donde se conservan precisamente fragmentos del muro decorados por Noir y Kiddy con su cartela y autoría señaladas decorando plazas y calles. Quiso preservar el deslumbramiento de ser un niño (de ahí el Kiddy) en la Ciudad  (Cit) de N.Y.(ny). Repetidas veces a lo largo de la charla recalcó esa importancia de conservar el niño que llevamos en nosotros.
Tanto el protagonista de la velada como su interlocutor, otro alemán tan discreto que solo pudimos saber que respondía al nombre de pila de Max, coincidieron en que la opción por el blanco y negro había sido acertada porque entonces Berlín, al contrario que Hamburgo o Dusselforf, era, realmente, una ciudad muy gris.
También resaltaron el elenco de lujo desde el cámara de Niños del Olimpo al veterano actor de más de ochenta años, Curt Bois,  homenajeado con la revisión de su escena buscando la otrora bulliciosa Postdammer Platz (hoy emplazamiento del Centro Sony o la Berlinale) pasando por los actores de teatro de sus papeles principales.
En 1984 esos pintores urbanos encerraron al Berlín Oriental en Arte. Todo empezó, según Kiddy, porque su grupo musical tenía una zona de ensayo delante del muro y sintieron la necesidad de acercar el Este y el Oeste mediante sus corazones. Se cree que Kiddy Citny es responsable de almenos una docena de esas secciones de muro, él habla de centenares de metros que pintaron y que repintaron luego cuando eran objeto de vandalismo o de intrusiones de otros artistas urbanos menos respetuosos. Entendían ese repinte como una restauración. A propósito de esto se apuntó también la circunstancia de que Keith Haring fue invitado a pintar sobre sus creaciones y parece que vivieron esa intrusión en concreto condicionados por la admiración que les causaba.
El Senado alemán entro otras instituciones se hizo eco de su fama aprovechando su imagen en folletos de la ciudad.
Respecto a la iconografía que se repite en su obra comentó que las cabezas coronadas significan que el ser humano debería sentirse rey, aspirando a la felicidad y a la libertad. Que las cabezas con forma de corazón suelen ir duplicadas porque con un corazón solo no basta, como mínimo hacen falta dos. Y que esa figura que va cargando con su brazo sobre su cadera la bola del mundo indica la responsabilidad que tenemos todos como humanos en la preservación del planeta.
Respecto a este último motivo hay una cuestión que tal vez debió ser trasladada, la relación de estos artistas urbanos del muro con el neoexpresionismo alemán. Porque evidentemente constituyen, y así son presentados, una continuación del expresionismo de preguerra y comparten tanto los consagrados por la historia del arte como estos underground la misma factura de vuelta a la figuración y uso del color. Ese personaje con el mundo recuerda al óleo El estudio (1984) del checo Jiri Georg Dokoupil que formaba parte del foco neoxpresionista alemán de Colonia, el Mülheimer Freiheit. U otras obras de ese mismo año como El niño sobre el caballo. (ver foto del flickr de Ras Marley). Aunque uno sabe internamente que son dos ligas distintas dentro del arte.
Respecto al momento mismo de la caída del muro, esos veinticinco años del 9 de noviembre de 1989 por cuya celebración se les convocaba ninguno de los dos, ni Kiddy ni su entrevistador se encontraban en Berlín sino en Suiza y Cuba respectivamente. Kiddy sí viajó al día siguiente para “dejarse arrastrar por el delirio de lo impensable, lo inefable surrealista”.
Respecto a lo que vino después es curioso como un artista urbano, que suele entender su arte como dádiva al ciudadano estuvo atento a la subasta en Mónaco de los trozos del muro e incluso lo puso en manos de un abogado especialista en derechos de autor, Herting. Parece ser que recuperó parte de la venta y lo considera justo porque esos trozos de muro no habrían alcanzado ese valor en el mercado del arte de no estar pintados. Respecto a ese mercado, con estructura similar al resto de mercados, Kiddy no considera que pueda hacer nada salvo producir y seguir creando valor.
Ha intentado sin apoyo del Senado de Berlín ni la República Federal alemana llevar adelante un proyecto de conmemoración que contuviera referencias a otros muros como los de México, Israel o Chipre. Finalmente se ha decidido resolver ese aniversario mediante proyecciones, más costosas y sofisticadas eso sí de las que convertirán en Madrid a la Puerta de Alcalá en la Puerta de Brandenburgo de los días 6 al 9 de noviembre.
Precisamente el próximo 9 de noviembre de 2014, en Torrejón de Ardoz, a iniciativa de la Asociación El Desván, culminará una acción de pintura en la que participa Kiddy Citny junto a otros artistas que aumentará el patrimonio del Parque de Europa de la localidad que ostenta el privilegio de ser la única madrileña que conserva un trozo de ese celebrado muro berlinés.
La próxima cita en Berlín para Citny será en diciembre, donde le espera un Art Parade durante el cuál recorrerá la ciudad en un remolque abierto intentando fijar lo que vea a su paso por la ciudad. Casi como si de un video de U-2 (el grupo que dio a conocer a su amigo Noir) se tratara. Y es que todo no se acaba en el muro, sino en la voluntad que debe asistirnos, en opinión de este artista alemán, de derribar los muros presentes en nuestras cabezas.


Y con ese último mensaje y una postal numerada de recuerdo del muro que le hizo famoso se perdió por las calles malasañeras lejos de la solemnidad del Goethe.


Amelia Meléndez 

Pas attendre (1985):

http://www.youtube.com/watch?v=qQN6IEDASuE